jueves, 9 de octubre de 2014

Todo fue y será presente

¿Qué escribir? o ¿qué contar? sería la pregunta inicial antes de encarar mi blog. No quisiera caer en la estructura común de clasificación en grandes grupos y ceñirme en una categoría de arte, social o política. Más bien quisiera hablar de algo más profundo y contundente que nos atañe a todos como seres humanos que somos.

Todo fue y será presente. Ese es un buen punto de ataque, dado que hablar de “tiempo” supone para nosotros una gran problemática que da lugar a muchísimas discusiones.

En este caso quiero hacer referencia a la necesidad del humano de inscribir todo su accionar en una línea de tiempo. Toda persona nace un determinado día, y pasado el ciclo en que la tierra gira alrededor del sol y llega nuevamente el mismo día calendario, cumplirá un año de vida. A su vez, dividirá a ese año en meses, y a estos en semanas y días, que se fragmentarán en horas, minutos y segundos.

De esta manera, todo su pasar estará sujeto a un momento determinado en el que, se cree, las cosas transcurrieron y ocurrirán, lo que llamamos “pasado” y “futuro” respectivamente.

A diferencia del espacio, el tiempo es tiempo desde que el hombre habla de él, lo que lo convierte en una invención suya y no en un descubrimiento. Decir que el tiempo existe desde un instante, supone por añadidura un momento anterior, y ya quedaría entonces anulado el concepto de inicio. Del mismo modo, pensar que todo terminará algún día, hace pensar en qué habrá “después”, lo cual destruye esos propios límites. El tiempo no puede autodefinirse.

A través de esta paradoja es que muchas veces pretendemos fragmentar y establecer tiempos para aferrarnos a la idea de que estamos delante de cosas que pasaron, y frente a lo que vendrá. Pero es justamente en ese lugar en el que estamos parados, en ese pequeño pasaje o lugar de tránsito entre lo que viene y lo que fue. A este lugar, que tantas veces se nos escapa de las manos, lo denominamos “presente”.

Y es aquí donde muchas veces nos angustiamos por cosas que ya han sucedido, o porque han sido de tal o cual forma; o porque queremos que otras situaciones ocurran de determinada manera. A través del tiempo es que tenemos la posibilidad de llegar tarde o temprano, o nunca; de dejar algo para mañana, saber que nos falta tiempo o que nos sobra.

Pero debemos comprender que todo aquello que hicimos en el pasado, ayer fue “hoy”. Y todo lo que hagamos en el futuro será “hoy” mañana. De manera que aquel “fue” y “será” son dos caras de una misma constante: el “hoy”.

Podríamos considerar nuestro pasar como una gran película en donde los fotogramas pasan de un carrete a otro, pero sólo uno es proyectado fugazmente en cada instante, y es aquel a quien vemos ante nuestros ojos, no al resto. En este sentido debo decir que lo veremos siempre y cuando prestemos atención, y no estemos considerando en totalidad lo que acabamos de ver o lo que está por venir.

Ese momento tan preciado, y a veces tan poco valorado es el presente mismo. Y entender que en ausencia del concepto de tiempo todo quedaría reducido a él, es entender que estamos y somos en un aquí y ahora constante, que todo fue y será presente.

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