sábado, 21 de noviembre de 2009

Los Frutos

Sembraste una semilla y ha brotado una planta.
La regaste, y la planta ha crecido.
La protegiste de todos los males, y el tiempo ha dado paso a un pequeño árbol.
El árbol creció, creció y siguió creciendo. Echó raíces, frondosas hojas, y esperaste ansioso los frutos que tanto soñaste.
Los años pasaron, y al ver que tu árbol no daba frutos, le preguntaste intrigado: "¿por qué?"
Y el árbol dijo:
"Me has dado la vida, me has protegido y has visto mi crecimiento.
Si te diera frutos, apuesto a que no estarías del todo conforme con su sabor,
los preferías más dulces, o más jugosos, o más consistentes o en más cantidad.
Por lo tanto, si quieres frutos de tal o cual forma, planta otro árbol y aguarda su decisión. O mejor aún, goza de la frescura de tus propios frutos".

martes, 6 de octubre de 2009

Escape

Algo lo hizo cambiar de parecer. Cuando la bata envolvía su cuerpo mojado tendido en el sofá, y un puf sostenía sus cansados pies, Froilán decidió levantarse. Sin pensarlo más se vistió con lo primero que encontró a su alcance, un pantalón negro y una remera a rayas, se echó perfume y salió. Desde ese instante hasta que regresó dos horas más tarde, la casa padeció el más angustioso aburrimiento. Reiteradas veces sonó el teléfono sin que nadie lo atienda, las ventanas temblaron contra los marcos a causa del viento nocturno, y hasta el ventilador de algún artefacto eléctrico gastaba sus energías intentando reducir el calor agobiante. Eso sí, no volaba ni una mosca.
Llegado el momento, la puerta se abrió. Froilán había vuelto.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Sábado

Un día distinto a los otros seis, en los que al madrugar, los ojos desperezan a la claridad de la mañana. Hoy sábado, comienza un día más, distinto en el supuesto de la humanidad. Pero así y todo, un sábado en el que la locura se asoma como el sol detrás de las montañas, se hace oír como el agua que brota de las fuentes, como la copa que estalla en pedazos al dejarse caer sobre el cristal. Y todos, sol, agua y cristal, sometiéndose a la reflexión intentarán descifrar el por qué de su salida, de su brote y de su estallido. Algo los condujo a su acción, y ese algo ha ocurrido hoy, sábado.

lunes, 10 de agosto de 2009

Otro café...

Froilán se ha puesto a preparar otro café. Ha calculado el agua, ha puesto la medida justa de granos en el receptáculo de su cafetera. Con disimulado esfuerzo ha encendido el fuego, y ha colocado el metal sobre él. Con el correr del tiempo las burbujas del agua sugieren un inminente hervor. Por lo que Froilán debió retirarla y comenzar de nuevo el procedimiento.

Una segunda vez, Froilán supera el incidente primitivo. Logra un producido en su punto exacto. Coloca entonces un pocillo con forma de jarrito sobre un plato, y sirve allí café. Busca azúcar, y al no encontrar resuelve terminar amargo su café. Lo lleva a la mesa. Se sienta para disfrutar la humeante y deliciosa infusión pero algo se le ha olvidado. Recuerda que tiene un especiero con canela en su alacena, entonces va por él. Revuelve frasco por frasco sin poder hallarlo. Abre uno por uno, hasta que en uno de ellos encuentra azúcar, pero ya no la quiere, desea encontrar canela. Continua buscando hasta que por fin la encuentra.

Vuelve a la mesa, espolvorea un poco de canela sobre el café y bebe el primer sorbo. Su café está frío. Siente que podría estar mucho mejor si lo calienta nuevamente. Entonces lleva el café a la cocina y lo coloca en un calentador a microondas. Cuando lo retira, toma la taza y siente que está demasiado caliente como para llevarla con las manos. Entonces lo deja reposar unos minutos, mientras se prepara unas tostadas sobre el fuego.

Toma ahora sí el café y lo lleva a la mesa, pero cuando está por dar el primer sorbo siente un creciente aroma a pan quemado y recuerda que ha olvidado las tostadas sobre el fuego. Entonces va rápidamente a la cocina y efectivamente descubre que el pan está carbonizado. Intenta rescatar algo, pero es en vano. Tira el pan al cesto de basura y vuelve a su silla. Cansado y malhumorado por tantos contratiempos tropieza con la mesa al sentarse, provocando que parte del café se derrame sobre el plato.

Va entonces a buscar un paño para limpiar. Al regresar, y tomar la taza con las manos húmedas, se le resbala de las mismas cayendo en seco sobre el suelo y partiéndose en mil pedazos.

Froilán queda mirando al vacío, mientras el café se esparce como un manto negro sobre la alfombra.

jueves, 9 de abril de 2009

Aquí y ahora

Ha caído la noche, ha pasado la tarde y la mañana. Detrás del vidrio no dejan de pasar los seres que han visitado este lugar, aunque aquí dentro todo está más calmo que afuera. Me imagino que habrá refrescado. Acá sólo suena un tango de fondo y se oyen ruidos típicos del lugar, una licuadora y voces de los pocos comensales que hay en el salón. Un televisor de plasma pide a gritos que alguien lo mire. Las luces bajas envuelven el sitio en un cálido pasar del tiempo. Se acerca la hora de la cena. Pero aquí sólo hay un curioso jarro de café, vacío ya desde hace algunas horas sobre esta mesa espejada. En unos instantes, esto que ahora es, será lo que ha sido.

martes, 10 de febrero de 2009

Dos pasos del destino

Después de dos días transcurridos, todo parece revertirse. Aquí me encuentro escribiendo un nuevo capítulo de esta crónica. El carnaval ha dejado de sonar, la radio de escucharse. El calor ha cesado y una calma noche ha llegado luego de la copiosa lluvia que protagonizó esta tarde en la ciudad. Silencio, necesario y justo. Sólo se oye el fuego encendido. Un teléfono que suena, ¿quién será? No atiendo. Quiero terminar mi texto. Y en eso estoy. El destino ha dado dos pasos hacia adelante y la marea ha bajado una vez más. Ahora el mar está exento de peligro.

domingo, 8 de febrero de 2009

Sinsentido

Hoy es Domingo... a mi izquierda una ventana por la que se oyen los ruidos de ese maldito carnaval que no me deja dormir. Por la misma ventana. la única estrella que destaca en el cielo, que va desde un azul violáceo hasta el naranja tenue, agrisado por el humo propio de la gran ciudad. El viento hace mover las cortinas que hasta hace un momento cubrían el fuerte sol de media tarde. El verano está atravesando el país y la noche viene a a apagar el incendio. A mi derecha, una botella de agua mitad llena, mitad vacía... y una foto que se cae, también por el viento que movía las cortinas. De fondo, la radio en el living, que no sé ni lo que dice. Un teléfono que suena y dice "privado". Un reloj que marca las 21:20. La tv apagada. Unos almohadones color ladrillo, una computadora que recibe ordenes para procesar este texto, unas manos sobre el teclado, que se mueven a la orden de quien escribe. Y yo, Martín.

viernes, 2 de enero de 2009

Un año más...

Un año más de vida y un millar de instantes transitados de diferentes maneras, cada uno con su experiencia, con su huella imborrable. Mirar hacia atrás y ver las huellas dejadas, mirar hacia adelante y ver un camino por seguir... las dos cosas que le dan sentido al espacio donde estoy parado. Saber que el mundo no se detiene, como no se detendrán los latidos, como no se caerán las hojas de aquel árbol, y como no se secarán los mares. Y seguirá lloviendo, y seguirán mojándose los desiertos sin que nadie lo vea. Seguirán cayendo las rocas sobre las montañas y provocando estruendosos sonidos sin que nadie los oiga. Continuarán emanando perfumes las flores del campo sin que nadie los huella, y seguirán sus frutos creando sabores que nadie ha probado jamás. Pero no estaremos ya tan lejos de que el cielo, sin querer, toque nuestras manos.