lunes, 3 de noviembre de 2014

Equipaje

Cuando vamos al trabajo, al club, cuando vamos de viaje, y a cualquier lugar donde nos traslademos en nuestro camino por la vida, llevamos con nosotros nuestro equipaje. Sea en la mano, en bolsos, maletas, casas rodantes, cualquiera sea su naturaleza, lo que tenemos, nuestras pertenencias van allí como una sombra de nosotros mismos. Eso es lo que somos, lo que hemos construido. En él dejamos nuestra huella, nuestra insignia. Lo llevamos y él nos lleva también. Jamás imaginamos nuestro pasar sin él.

Jamás, hasta que sucede.

Allí es cuando, al dejarnos desamparados, al ver que desde el más abrigado camperón hasta el más minúsculo palillo dental, todo, todo, ha desaparecido en el tiempo, en el aire, en algún puerto, en las manos de quién sabe quién… nos vemos en la necesidad de empezar de cero. Manos a la obra y a arreglarnos como podamos.

Hemos elegido todas y cada una de las prendas con las que saldríamos retratados en las fotos. Hemos ideado todo a la perfección para que nada nos falte, diversidad de colores, texturas, formas y abrigos. Y así, sin saber cómo ni por qué, nos hemos quedado con lo puesto.

Vivimos diciendo que lo material no nos importa, y es cierto. Pero en el momento que nos falta nos damos la cabeza contra la pared y no sabemos cómo resolver. Pero aún así, resolvemos. Porque como seres humanos que somos, tenemos la capacidad de resolver cuando la necesidad nos oprime.

¿Adónde están nuestras cosas? Por ahora no lo sabemos. Tampoco sabemos si volveremos a juntarnos con ellas. Pero nosotros seguimos en pìe. Fuimos quienes construimos todo aquello, y de esa manera sabemos que podremos volver a empezar, con o sin nuestro equipaje.

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