De niños nos enseñan a dibujar. También nos dicen que empecemos dibujando una casa, y que esa casa tendrá un árbol al lado. Más tarde, nos darán colores para pintar, y nos explicarán que la copa de ese árbol debe ser frondosa y verde. Como patrón no está mal, ya que si miramos alrededor veremos árboles frondosos y verdes, en su mayoría. Aunque para esto debemos considerar estar en la estación y lugar ideales. Quiero decir con esto que, si observamos más allá, si vamos un paso más lejos de lo que nos inculcaron, descubriremos otros árboles, de otros colores y formas, quizás deshojados, y no por ello habrán dejado de ser árboles. Nuestras mentes deben abrirse, estar preparadas para toda clase y color. La imaginación es infinita, y la realidad, muy por el contrario a lo que suele decirse, lo es más aún. Rojo árbol, azul manzana.
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