Reiteradas veces en lo que va del año recibí propuestas y pedidos interesantes, ya sea de trabajo o personales, pero sobretodo de gran necesidad de parte de quien los formula. Y me he chocado con que ante el menor cambio de opinión o una simple condición puesta de mi parte, y habiendo ya puesto manos a la obra en el asunto, me devuelven muy al pasar un “dejá, si te complica mucho no lo hagamos”, o cualquier otra combinación de palabras de ese estilo. Esto si es que no optan por el silencio como respuesta.
Ahora yo me pregunto… ¿Tanto esfuerzo, tantas neuronas trabajando y tanta voluntad puesta para que, de un momento a otro, el pedido decline irrevocablemente porque la otra parte argumenta que a mí se me complica? Dejando interpretar de esa forma que aquello tan deseado no lo era tanto entonces… Creo que, en tal caso, hay que empezar a asumir una seguridad mayor a la hora de acercar una propuesta, y si no se reúnen las suficientes ganas de encarar algo, mejor no hacerlo.
Cada momento que llega, cada segundo que se va. Todos ellos, a cuentagotas, forman nuestro paso por la vida. Nuestro presente, aquí y ahora, nuestro tiempo y su devenir.
sábado, 23 de abril de 2016
domingo, 10 de abril de 2016
Latiendo
Cambian algunos espacios, los de rutina, los que están a diario ante nuestros ojos. Intentamos renovarnos, conservando algunas cosas y alterando otras. Cambian nuestras ideas sobre el mundo, nuestra ropa, y nuestras sensaciones. Pero no cambia lo que sentimos hacia esa persona especial. La unión de las almas no cambia. Existe y existirá siempre. Eso es lo esencial, lo que no caerá jamás ante el paso del tiempo. Soplarán los más duros vientos y seguirá allí, latiendo.
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