Una pregunta que abre la mente a pensarse no como una máquina que acciona sin dirección, sino como una estructura capaz de cuestionarse hacia dónde va con su accionar. De cero a diez pueden variar la cantidad de segundos que pasen hasta encontrar respuesta, siendo cero el que remite a personalidades más impulsivas y decididas, y diez el que concierne a personas más contemplativas. Ningún tiempo de respuesta es malo, siempre que la encontremos, y siempre que cumplamos nuestras acciones para algo que sepamos qué es y cuyas consecuencias sean las que nos acerquen a la felicidad.
Como ejemplo, escribo este texto para recordarlo siempre que lo necesite, para intentar no olvidar que soy capaz de decidir mis actos y hacia dónde quiero llegar con ellos, para evitar caer en manos de quien me invite al sinsentido, a obrar para su beneficio y bajo sus propias reglas. Eso no es lo que deseo, eso no conducirá a mi felicidad.
Por eso dejo estas palabras. Y también para invitar a reflexionar a todo aquel que concuerde con esta idea a que tome conciencia al menos una vez al día de lo que ha hecho y dejó de hacer, de las decisiones que tomó y de las que le fueron impuestas por otros. Y que se pregunte cuánto más cerca de su felicidad está respecto del día de ayer.
Gracias!
Cada momento que llega, cada segundo que se va. Todos ellos, a cuentagotas, forman nuestro paso por la vida. Nuestro presente, aquí y ahora, nuestro tiempo y su devenir.
domingo, 25 de junio de 2017
viernes, 23 de junio de 2017
Lo que deba ocurrir
Otro viernes por la mañana en Pasco, sintiendo como el mundo gira y evoluciona, como las semanas dan curso a más y más sentires. Un café que espera, un libro que aparece para acompañar, y un día plomizo que contradice lluvia con un leve sol que se asoma y que quiere salir por más que le cueste. Todo eso sucede aquí, en los alrededores de Pasco y en cuantos lugares más. Este es sólo un recorte, mi recorte de esta porción de realidad. Tantos otros instantes estarán siendo vividos con mayor o menor intensidad, sin conocerse y sin tocarse. Pero aún así coexisten, y son parte de esta existencia colectiva, donde todo lo que sucede aquí puede estar impactando en otro sitio de alguna manera. Está en manos del destino lograr el mejor resultado posible. Todo lo que ocurra, necesariamente e inevitablemente será lo que deba ocurrir. Sin más.
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