El tiempo, los seres que transitan por él, los mismos que alguna vez lo crearon, hoy víctimas de su galopante paso y su apremiante fluir. Seres apresurados, que llegan tarde, que nunca llegan, que cambian el horario. ¿Es importante todo eso? Podemos parar, hacer un alto, pero también de esa manera estaremos dando cuenta del tiempo que tenemos encima de nuestros hombros.
Propongo olvidarse ahora mismo de que todo transcurre en un momento y quedarse con el momento en sí, con el aire que pasa frente a nosotros, con la compañía que tengamos a nuestro lado, con lo que estemos consumiendo o no, con el sonido del agua o el calor del sol en nuestra piel. Ellos son eternos porque así es nuestro deseo.
Llegar tarde ya no existe. Porque nada distinto ocurrirá si eso pasa. Las vidas seguirán cursando su ciclo. Las lunas seguiran creciendo y menguando. Nada cambiará. No llevemos ese peso en nuestras espaldas porque no nos permitirá ser felices. Reflexionemos un momento y veremos que nada cambia a nuestro alrededor. Respiremos. Sin más.
Cada momento que llega, cada segundo que se va. Todos ellos, a cuentagotas, forman nuestro paso por la vida. Nuestro presente, aquí y ahora, nuestro tiempo y su devenir.
viernes, 14 de octubre de 2016
lunes, 10 de octubre de 2016
Escribir, existir...
Quiero escribir sin pensar qué. Quiero que nadie lo note. Quiero que lo encuentre quien deba encontrarlo. Alguien que alguna vez nació deberá cruzarse algún día con este texto. Cualquiera que sea, sin haberlo buscado, sin llamarlo, sin anunciarle que existe. Como los seres, que cuando se encuentran sin saberlo forman amistades, sociedades, parejas, relaciones más o menos duraderas.
¿Cuánto dura la relación con un escrito? ¿Su tiempo de lectura? ¿Su relectura? Un corta duración si es por eso. O puede extenderse a todo el tiempo que el lector retenga esas palabras en su memoria. Su inconsciente puede guardarlas toda una vida. Es más, puede trascender a vidas futuras y ser información para el día de mañana, una dosis mínima o esencial de su próxima existencia en este u otro mundo.
Quiero no pensar. Y que todo esto ocurra. Quiero existir y reexistir. A través de mis escritos, de mis nubes, de las palabras que digo y que callo. De esos silencios tan cuestionados. De esas soledades tan observadas. De esas cosas que nadie se anima a hacer.
Quiero escribir, existir.
¿Cuánto dura la relación con un escrito? ¿Su tiempo de lectura? ¿Su relectura? Un corta duración si es por eso. O puede extenderse a todo el tiempo que el lector retenga esas palabras en su memoria. Su inconsciente puede guardarlas toda una vida. Es más, puede trascender a vidas futuras y ser información para el día de mañana, una dosis mínima o esencial de su próxima existencia en este u otro mundo.
Quiero no pensar. Y que todo esto ocurra. Quiero existir y reexistir. A través de mis escritos, de mis nubes, de las palabras que digo y que callo. De esos silencios tan cuestionados. De esas soledades tan observadas. De esas cosas que nadie se anima a hacer.
Quiero escribir, existir.
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