Tendencias que van mutando mientras crecemos. Costumbres que van siendo devoradas por otras. Maneras que son suplantadas por nuevas formas de encarar la vida, más o menos felices, más o menos útiles.
¿Hasta qué punto somos capaces de borrar nuestras huellas y nuestra esencia con intereses banales cada día? ¿Hasta cuándo podremos postergarnos creyendo que saldremos ilesos? No somos indemnes al salto elíptico que le proponemos al presente. Nuestro tiempo sufre, como sufrimos nosotros sin darnos cuenta.
Aquello que hoy nos aqueja no es más ni menos que esa constante supresión de tiempo en la que todo lo que no haríamos es lo que finalmente terminamos haciendo. Nos suponemos indestructibles a esa manipulación de nosotros mismos. Pero cuánto nos equivocamos...
Te propongo que hagas lo que quieras, aunque sea por un momento, y que lo hagas crecer día a día. Con el correr del tiempo seguramente llegarás a descubrir que la libertad es mucho más que una palabra bonita. Está dentro de cada uno de nosotros.